Es muy poca la información que se encuentra en internet acerca de Helena Smith Dayton, sin embargo, fue una de las primeras mujeres que experimentaron en la animación en stop motion y clay motion. Helena nació en 1879 en la costa este de Estados Unidos, desde muy pequeña mostró destrezas artísticas y justo después de graduarse empezó una carrera como reportera en The Hartford Courant.
Su transición a la animación empezó con la escultura, la cual tomaba como un pasatiempo que le permitía alejarse de su profesión. Helena esculpía en arcilla, a modo de burla, a ciudadanos ordinarios con vestuarios de la época; los representaba de forma grotesca y llamativa. Muchas de estas figuras empezaron a hacer parte de portadas, artículos de revistas y periódicos, en los que se exaltaba su proceso creativo y habilidad narrativa a través de movimientos claves en la escultura.
Su gran gusto y dedicación por la escultura la llevó a ganar mucho reconocimiento y prestigio en Nueva York, ciudad donde vivía. A pesar de haber tenido el privilegio de exponer sus obras, Helena recibió muchas críticas por parte del fuerte machismo de la época. Varios artículos la tachaban de rebelde ya que no se dedicaba a las labores de su hogar. Con sátira, juzgaban las decisiones de la animadora exponiendo sus ingresos económicos y desprestigiando la labor de una mujer creadora por no estar en su casa.
Gracias a la experimentación con figuras de arcilla y fotografía, en 1917, mediante la distribución de Educational Films Co, se exhibe uno de sus primeros proyectos artísticos: una adaptación animada de Romeo y Julieta. Al inicio de esta obra se presentaba a Helena en el proceso de creación de los personajes. Las figuras en arcilla eran fotografiadas una a una en diferentes poses y proyectadas en secuencia, generando una sensación de movimiento.
Tomado de Moving Picture World (Nov 1917)
La carrera de Helena como animadora en stop motion se vio interrumpida por la Primera Guerra Mundial, en donde estuvo a cargo de la YMCA, asociación cristiana al servicio de los combatientes estadounidenses. Una vez terminada la Guerra, Helena regresó a su país natal para retomar su trabajo como columnista, escritora y pintora, lamentablemente, no volvió a su labor en la animación.
Más allá de la experimentación como espectáculo, el trabajo de Helena dio pie a nuevos métodos de narración, en donde los límites eran del animador, responsable de denotar cada composición con una intención. A pesar del reconocimiento en su época, sus obras no fueron conservadas. Su corta trayectoria en la animación, poca proyección e incluso la discriminación laboral de la mujer en sectores creativos, fueron los principales motivos. Su casi ausencia en la historia de la animación y en los medios de difusión masivos, nos lleva a analizar factores que superan las necesidades académicas e investigativas; nos impulsa a preguntarnos por la cantidad de mujeres talentosas que no tuvieron el privilegio de exponer sus avances en el medio. El caso de Helena Smith pone en discusión sus contribuciones en relación a otros artistas contemporáneos con mayor prestigio y obras que sí han sobrevivido al paso del tiempo.
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